Zinemastea
Fundación Vital Fundazioa

Años 80

La Semana del cine Vasco arranca en 1985 con el auspicio de la Caja de Ahorros de Vitoria y la labor de dos de sus trabajadores: José Luis Ramos e Ismael Perales. En sus primeras ediciones los programas estaban centrados en destacar tanto el cine reciente como obras emblemáticas del pasado. A lo largo de los años, se proyectaron largometrajes como Akelarre de Pedro Olea, 27 horas de Montxo Armendáriz y Adiós, pequeña de Imanol Uribe, junto con cortometrajes y documentales que mostraban la diversidad y riqueza del séptimo arte vasco.

La programación incluía no sólo proyecciones, sino también mesas redondas, exposiciones y homenajes, como el dedicado a Teófilo Mingueza, pionero del cine en Álava, o al escultor Eduardo Chillida. Estos encuentros fomentaron el debate y la reflexión sobre el cine vasco y su evolución en una época en la que este comenzaba a consolidar su identidad.

El festival destacó también por dar espacio a nuevas voces creativas, proyectando los primeros trabajos de directores como Julio Medem y Pablo Berger, y por incluir animación, cine experimental y materiales históricos. Durante esta década, se afianzó como un punto de encuentro para cineastas, críticos y público, marcando el inicio de una tradición que seguiría creciendo en las décadas posteriores.


Años 90

Durante la década de los 90, la Semana de Cine Vasco experimentó una importante evolución y consolidación, ampliando su alcance y explorando nuevos formatos para dar mayor visibilidad al séptimo arte vasco. Desde el comienzo de esta etapa, el festival continuó proyectando obras destacadas del cine vasco reciente, como Vacas de Julio Medem y Todo por la pasta de Enrique Urbizu, así como trabajos clásicos y cortometrajes de directores emergentes..

En 1993 se introdujo una iniciativa relevante: un ciclo anual dedicado a una figura destacada del cine vasco, acompañado de la publicación de un libro monográfico. Los primeros homenajeados incluyeron a Pedro Olea, Imanol Uribe, y Montxo Armendáriz, consolidando esta actividad como una tradición del festival. Estas publicaciones, coordinadas por prestigiosos historiadores, se convirtieron en referencias esenciales para los estudiosos del cine.

La inclusión de espacios de reflexión, exposiciones, y un enfoque en la formación del público marcaron una etapa de madurez para el festival. Las proyecciones en la Sala Luis de Ajuria continuaron siendo el corazón del certamen, mientras se fortalecían las relaciones con instituciones culturales. Esta década posicionó al festival como un evento imprescindible en el panorama audiovisual vasco y estatal.

Años 2000

Durante esta década, Zinemastea vivió una etapa de transformaciones significativas que marcaron su evolución como evento cultural clave para el cine vasco. En los primeros años del milenio, el festival mantuvo su modelo consolidado de proyecciones de largometrajes, cortometrajes y documentales, junto con debates y mesas redondas que enriquecían la experiencia del público. Este enfoque permitió destacar la calidad del cine en euskera y dar visibilidad a cineastas emergentes que más tarde se convertirían en figuras destacadas de la industria.

En 2006, el festival comenzó a formar parte del NEFF (Festival de Cine Europeo de Vitoria-Gasteiz), lo que amplió su programación e introdujo galas de inauguración y clausura con entregas de premios. Durante este periodo, el nombre del festival cambió temporalmente a Zinemastea y más tarde a Zinemastea v.2, reflejando la búsqueda de un enfoque más amplio y renovado.

Tras la disolución del NEFF en 2008, Zinemastea regresó a sus raíces, recuperando el modelo original de la Semana de Cine Vasco. Este formato puso nuevamente el foco en el cine local, con una programación centrada en obras en euskera, documentales, películas infantiles y coloquios con creadores. Se consolidó el premio Gutako Bat (Uno de los Nuestros), que reconocía la trayectoria de figuras destacadas del cine alavés, reafirmando el compromiso del festival con su comunidad.

Años 2010

Esta década marcó un periodo de consolidación y renovación para Zinemastea, reforzando su papel como referente cultural del cine vasco. En estos años, el festival recuperó plenamente su nombre y formato tradicional después de una etapa de experimentación. 

Uno de los grandes hitos de esta década fue la creación de la Semana de Cine Documental Vasco en 2015, un espacio propio para este género, que se convirtió en un evento esencial del calendario cinematográfico de Vitoria-Gasteiz. Este nuevo formato permitió visibilizar la calidad y relevancia de los documentales vascos, con sesiones que incluían coloquios y charlas con sus creadores, consolidándose como un complemento ideal al festival principal.

Años 2020

La década comenzó con desafíos inesperados para Zinemastea, debido a la pandemia mundial que impactó significativamente los eventos culturales. A pesar de las restricciones, el festival demostró una gran capacidad de adaptación, llevando a cabo el festival con medidas de seguridad. 

A partir de 2022, Zinemastea retomó su dinámica habitual con una programación robusta. En esta etapa, se mantuvo y fortaleció la Semana de Cine Documental Vasco, que continuó atrayendo a públicos interesados en producciones de gran calidad y relevancia cultural. 

El 40º aniversario, celebrado en 2024, se convirtió en un hito histórico para Zinemastea. Con un formato renovado y un diseño que miraba hacia el futuro, el festival ofreció una edición especial que incluyó nuevos premios. Este aniversario marcó una etapa de expansión y consolidación del festival como un referente no solo en Euskadi, sino también en el panorama cultural estatal.